sábado, 5 de marzo de 2011

UNO DE OCHENTA



...Y soñé que hasta las dulces y rugosas zanahorias se besaban. Dos luciérnagas sostenían el misterio.

Amor vegetal con olor a tierra, a noche, a humedad, a semen de hortaliza, a jadeo.

Desde aquel día, como, mato, digiero zanahorias.

Por pura envidia.




No hay comentarios:

Publicar un comentario